Según el diccionario de la Real Academia Española el vudú
es un “cuerpo de creencias y prácticas religiosas que incluyen fetichismo,
culto a las serpientes, sacrificios rituales y empleo del trance como medio de
comunicación con sus deidades, procedente de África."
La palabra vudú significa algo así como “alma”
o “fuerza” en lengua fongbé (pueblo mayoritario de Benín). Se calcula que se
originó en la región selvática entre Togo y Benín hace unos cuatro mil años. El
vudú tiene un gran respeto por los ancestros y los parientes muertos, cuyas
almas a veces se transforman en animales o en árboles, como demuestran los
bosques sagrados. Es una religión compleja. Los futuros monjes deben de
prepararse durante años. En Benín abundan los santuarios y templos vudús.
Sus prácticas no tienen nada que ver con
los estereotipos a los que estamos acostumbrados, mostrados en las películas
comerciales. Desde una cómoda óptica
occidental es muy fácil mirar por encima del hombro todo aquello que consideramos
fruto de la ignorancia, no siendo capaces de valorarlo como una herencia
cultural tan válida como cualquiera de las nuestras. Las interpretaciones
discrepantes han creado confusión y le han adjudicado significados erróneos
acerca de una realidad que continua siendo misteriosa en muchos aspectos.
Inevitablemente se asocian al vudú cierto tipo de prácticas de magia negra, como
la figura atravesada por numerosas agujas, junto con la siniestra figura del
zombi, el muerto viviente.
Más que un rito satánico hay que entender el
vudú como una religión tradicional de
tipo animista, es decir, basada en el convencimiento de que los objetos y los
animales están dotados de alma lo que, en realidad, no podemos considerar en
absoluto descabellado. En su
visión, el mundo está hecho de cuatro elementos principales: fuego, aire,
tierra y agua. Creen en el poder de los talismanes y amuletos.


El vudú es una de las religiones más antiguas del mundo,
con raíces en las religiones neolíticas, que es seguida por unos 50/60 millones
de personas. Está reconocida como religión oficial en Benín desde 1996, donde un
50% de la población la practica. Aunque el
43% de la población se declara cristiana y el 25% musulmana, casi todos los
benineses combinan la práctica de estas religiones con sus creencias
tradicionales. Hay un día al año en su honor, que es el
“Día de la Tradición” o "Vodún Day". También es religión oficial en
Haití, se practica en Nigeria, Togo y Ghana y tiene influencia en países como
Angola y República del Congo.
Cada 10 de enero miles
de fieles acuden a Ouidah, el principal centro de culto de esta religión, para
recibir la bendición del máximo representante religioso y jefe vudú de la
ciudad. Lejos de ser algo siniestro, el festival y sus rituales se han
convertido en una gran fiesta popular. La población de Ouidah se multiplica por
diez con gente que viene de todos los rincones de Benín, de Togo, de Ghana y de
otros países lejanos como Haití o Brasil. Es un día muy especial y una ocasión
única para estar al lado de los grandes líderes espirituales de la comunidad.
En el sistema de creencias del vudú, existe un dios
supremo creador (Mawu o Nana Buluku), un ser infinitamente bueno que no tiene
contacto alguno con sus criaturas y al que no hay que rendir culto. A partir de
ahí, el espacio entre el supremo creador y el común de los mortales lo ocupan
unas deidades llamadas loas u orishas, de distinta jerarquía, buenas y malas, a
las que hay que adorar. Las siete deidades
principales son: Shango (dios del Fuego y del Rayo), Orula (dios del Destino),
Ogun (de la Guerra), Elagua (de los viajeros), Obatala (del Bien), Yemaya
(diosa de las Aguas y del Mar) y Eshu (de la Venganza).
La base del vudú consiste en una invocación realizada
sobre un loa para que se manifieste poseyendo a un ser humano, lo cual se
consigue mediante rituales vinculados a los sacrificios, y sobre todo la danza
frenética y el ritmo de los tambores, hasta conseguir entrar en una especie de
éxtasis o trance, mediante el cual se manifiesta la deidad.
El vudú no busca la salvación de las almas, sino
encontrar con la ayuda de los loas, la solución inmediata a problemas
cotidianos. El vudú no propone dogmas, ni tiene textos sagrados, lo que quiere
es orientar a sus devotos a encontrar un equilibrio entre lo natural y lo
sobrenatural, así como entre las fuerzas del bien y del mal en la vida diaria.
Los loas ayudan a las personas y éstas deben cumplir sus compromisos con ellos.
Sobre todo, se trata de mantener la cohesión moral de la comunidad o tribu que
practica el vudú.
Parece que el vudú tiene su origen en las reuniones
colectivas en las que se cantaba y se rezaba a los dioses para pedir por el
amor, la vida y el hogar. De una forma u otra, el objetivo es contactar con un
espíritu para lograr sus favores a
cambio de ofrendas de diverso tipo, como comidas o sacrificio de animales.
El vudú mezcla la magia blanca y la magia negra. La
primera, para peticiones positivas, como la protección del hogar o la salud,
por ejemplo. La segunda busca el mal del enemigo. A los que practican el vudú
con magia negra se les conoce como bokós y zobóps. Son personas con un gran
conocimiento en preparación de venenos y maleficios.
La persona interesada en
realizar un maleficio lleva un muñeco a los bokós y éste lo atraviesa con unas
agujas mientras reza algún conjuro que producirá a distancia el efecto
deseado.
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